Pros y contras del cambio de hora
El cambio de hora suscita cada año dos debates, uno a finales de marzo y otro a finales de octubre, sobre la conveniencia o no del cambio horario y, por extensión, si en toda España debería regir el huso horario que realmente le corresponde geográficamente y no sólo en Canarias.
Cada año nos enfrentamos a dos cambios de hora, pero lo que no cambia es la falta de decisiones en este aspecto y la diversidad de opiniones sobre los pros y contras del cambio de hora.
La principal ventaja que señalan los partidarios del cambio de hora es el ahorro de energía y el consiguiente beneficio para la economía. Sin embargo, hay estudios que apuntan a que el ahorro no es tan grande como pueda parecer y otros llegan a señalar que ni siquiera está claro que realmente se produzca un ahorro con el cambio de hora.
Según ellos, la energía que se puede ahorrar en una franja horaria se puede neutralizar con un mayor consumo en otra franja, por lo que el cambio de hora no tiene por qué suponer necesariamente un ahorro de energía.
La otra gran ventaja que vendría acompañada del ahorro de energía -si es que realmente lo hay-producido por el cambio horario sería el beneficio para la sostenibilidad medioambiental, pero estaría supeditado a que realmente el cambio de horario supusiese un menor consumo de energía.
La ventaja más clara del cambio de horario se refiere a cada uno de nosotros y es que al retrasar los relojes una hora en el último fin de semana de octubre, tenemos una hora más por delante en el último domingo del mes.
Normalmente decimos que dormimos una hora más, pero no tenemos que emplear necesariamente esa hora extra en dormir. El problema es que esa ventaja se convierte en desventaja en el cambio de hora de finales de marzo, cuando los relojes se adelantan una hora en lugar de atrasarse como a finales de octubre.
Sí parece más claro que el cambio de hora tiene efectos negativos en nuestra salud, sobre todo en los niños y en las personas mayores, que son quienes más acusan los cambios horarios, pero también en el resto de la población, que se ve más expuesta a las alteraciones en el sueño, irritabilidad, estados de nerviosismo, depresión, cansancio o alteraciones en el apetito motivadas por el cambio de hábito horario. En cualquier caso, estos efectos son más habituales en el cambio de hora que se produce a finales de marzo que en el cambio de hora de finales de octubre.
Esos efectos negativos para la salud, que al fin y al cabo es lo verdaderamente importante, también tienen repercusión en el plano laboral porque, en el caso de sufrirlos, afectan al rendimiento en el trabajo y provocan una menor productividad. Y eso tiene también un impacto negativo en la economía que choca con los supuestos beneficios económicos que se asocian tradicionalmente con el cambio de hora.
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