5 beneficios de procrastinar
¿Te sorprende que existan 5 beneficios de procrastinar? No te preocupes si no sabes qué significa procrastinar porque entender el concepto es más fácil que pronunciar la palabra correctamente. Procrastinar es posponer las tareas que debemos afrontar a cambio de hacer otras que nos resultan más fáciles o placenteras. Por ejemplo, cuando en el trabajo aplazamos una y otra vez una tarea que no nos gusta y, en su lugar, nos distraemos con otra actividad, como utilizar las redes sociales o navegar por internet.
La procrastinación se asocia prácticamente siempre como una conducta negativa que afecta a nuestra productividad. Pero, aunque esto sea así, hay situaciones en las que procrastinar no sólo no es perjudicial sino que además tiene sus ventajas. Por eso, aunque somos conscientes de que procrastinar tiene más consecuencias negativas que positivas, te descubrimos estos 5 beneficios de procrastinar:
1. Reducir el nivel de estrés y ansiedad
Si estamos en un momento de mucho estrés, puede que procrastinar un poco nos ayude a disminuir el nivel de estrés o ansiedad y a retomar el trabajo después con más tranquilidad. Eso sí, también debes tener en cuenta que aplazar continuamente la tarea que no quieres realizar producirá el efecto contrario al que deseamos y aumentará nuestra sensación de angustia o ansiedad.
2. Hacer el día más llevadero
Si estás trabajando en la actualidad, no tienes por qué esperar a que acabe tu jornada laboral para darte una recompensa. El día se hará más llevadero si dedicas un tiempo -breve, lógicamente- a procrastinar.
3. No quemarnos (o no tanto)
Si no procrastinamos nunca o casi nunca, corremos el riesgo de quemarnos con nuestro trabajo y con nuestro jefe o nuestros compañeros.
4. Ganar autoestima y confianza
Es verdad que procrastinar con frecuencia puede suponer un exceso de confianza que podemos pagar caro antes o después si no terminamos a tiempo un trabajo. Pero, en su justa medida, procrastinar nos puede ayudar a mejorar nuestra autoestima y a demostrarnos a nosotros mismos que somos capaces de sacar el trabajo dedicando menos tiempo.
5. Tener la sensación de que “timamos” a nuestro jefe (y no al revés)
Procrastinar en el trabajo -de nuevo, con moderación, porque se trata de conservar nuestro empleo- nos puede servir también para cambiar la sensación de que nuestro jefe se está aprovechando de nosotros por otra más agradable: que somos nosotros quienes, aunque sólo sea por un rato, hacemos lo que nos da la gana.
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