¿Cuándo un cambio de puesto es sinónimo de despido?
Un cambio de puesto en el trabajo no suele ser buena señal, pero tampoco tiene por qué ser sinónimo de que vayamos a sufrir el despido de la empresa. Veamos algunas circunstancias que nos ayudarán a saber si la empresa nos propone un cambio de puesto por necesidades de la producción; porque tiene la intención de desprenderse de nosotros como empleados; o, por el contrario, porque quiere recompensar nuestro trabajo. Aunque ya te decimos que esto último, lamentablemente, será lo menos probable…
El primero de esos factores a la hora de interpretar las consecuencias de un cambio de puesto (movilidad funcional) en la empresa es analizar si el cambio es a mejor, a peor o simplemente se trata de un trabajo distinto que no es ni una cosa ni la otra. Si entendemos que el cambio de puesto implica un paso atrás en nuestra carrera profesional, es probable que la empresa esté buscando que nos vayamos en lugar de tener que despedirnos para, de esa manera, ahorrarse la consiguiente indemnización por despido. Si además llevas mucho tiempo en la empresa, en ese caso el cambio de puesto es una invitación a que te vayas.
La pregunta es: ¿realmente puede la empresa cambiarnos el puesto de trabajo cuando y como quiera? Aunque cada caso es distinto y hay limitaciones legales a esta práctica, la respuesta se acerca mucho más al “sí” que al “no”.
En teoría, la empresa está en condiciones de cambiarnos de puesto de trabajo (movilidad funcional) cuando éste pertenezca al mismo grupo profesional siempre que el cambio no atente contra nuestra dignidad y no nos bajen el sueldo.
Si el cambio de puesto implica un grupo profesional distinto, la empresa puede hacerlo siempre y cuando existan razones técnicas o de organización que justifiquen el cambio, éste sea comunicado a los representantes de los trabajadores y el cambio se realice únicamente por el tiempo imprescindible.
Otro factor que nos ayuda a entender si el cambio de puesto en el trabajo es la antesala del despido es la forma en que nos comunican ese cambio. Si nuestro jefe nos explica que se trata de un cambio puntual o que están contentos con nuestro trabajo, el cambio no tiene por qué traer ningún “regalo” indeseado -si nos dicen la verdad, claro-. Sin embargo, si el cambio nos es notificado por escrito o por personas que no conocemos, la señal que nos quieren enviar desde la empresa parece clara…
Hay más elementos que debemos tener en cuenta a la hora de valorar la intención que tiene la empresa con el cambio de puesto. Por ejemplo, la relación que tengamos con nuestro jefe y nuestros compañeros de trabajo. Si hemos tenido algún problema con alguien, sobre todo si es nuestro jefe directo, también debemos interpretar el cambio de puesto como una forma de castigo.
Y otro factor es saber quién ocupa el puesto que, al menos en teoría, dejamos libre. Si entendemos que es alguien con menos experiencia y menos capacidades profesionales o alguien con quien no nos llevamos bien, seguramente la empresa nos estará poniendo a prueba.
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