No solo los políticos o los profesores tienen que ser capaces de hablar en público. Dentro de tu entorno laboral o en algún episodio de tu vida privada puede que tengas que lanzarte a hablar en público. Se trata de una situación comprometida que para muchos supone una barrera difícil, o imposible, de superar. Pero no es imposible aunque para algunos lo parezca. Para empezar, se pueden aplicar algunos consejos para superar tu miedo a hablar en público.
Lo primero que tienes que hacer es organizarte, saber qué quieres decir y estructurarlo de la mejor forma posible. Y de la forma más clara posible, no lo hagas bonito y a la vez ininteligible porque entonces tu mensaje no será eficaz. Y todo eso lo puedes hacer en tu casa, tranquilamente, sin ponerte nervioso. Para ello puede ser útil que de primeras hagas un esquema apuntando las ideas principales, y después ir dándole forma poco a poco.
No es lo mismo hablar frente al espejo que frente a decenas de personas, eso lo sabemos. Pero es la única forma de ensayar tu discurso antes de que puedas darlo. Así que te recomendamos que así lo hagas. Piensa en un deportista. No es lo mismo entrenarse solo que competir jugándose algo frente a miles de personas (o millones si lo ven por la tele). Obviamente la única forma que tiene de llegar a hacerlo bien es entrenar. Y tú debes hacer lo mismo.
A la hora de elegir el lenguaje que quieres utilizar, no te olvides de esta máxima: menos es más. Lo que queremos decir es que si ya te da pánico ponerte a hablar en público, lo que menos debes hacer es enredarte con lenguaje difícil y hacerlo más largo. Cuanto más sencillo, mejor.
Bien… hay una solución intermedia a esta difícil cuestión, y es que se puede leer sin parecer que estás leyendo, más si te lo has preparado previamente en tu casa. Nos referimos a que no puedes ponerte a leer de carrerilla, atropellado, y con la cabeza mirando al papel todo el rato. No, eso no. Hay que leer pausado, entonando, haciendo las pausas, los signos de puntuación, de exclamación… hay que ponerle un poco de teatro incluso si es necesario.
Ah, y no te olvides de respirar mientras lees. Parece algo obvio pero te aseguramos que no lo es. No inhales profunda y forzadamente, ni respires con mayor rapidez que de lo que habitualmente lo haces; ya que puedes hiperventilar. Se trata simplemente de mover el diafragma suave y rítmicamente y dar inhalaciones largas y profundas.
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