Meteduras de pata en los emails del trabajo

Cualquiera puede cometer un error en el trabajo. El problema es que si se trata de un error en un correo electrónico que hemos enviado, ya no hay vuelta atrás. En unos casos el fallo es una falta de ortografía más o menos grave, en otros es un descuido al escribir una palabra y en otros el error puede incluso poner en peligro tu puesto de trabajo.

Al primer grupo pertenecen frases erróneas y que dañan la vista como “Haber si hay suerte” en vez de “A ver si hay suerte” o “Te envio el documento que me pedistes” en lugar de “Te envío el documento que me pediste”. Estas dos frases son sólo dos ejemplos de graves errores ortográficos que no debemos cometer nunca. Si no tenemos claro cómo se escribe una palabra, es preferible consultar a un compañero que nos pueda sacar de dudas antes que lanzar al vacío nuestro correo electrónico “a ver si hay suerte”.

El segundo tipo de errores que comentábamos es la equivocación al escribir una palabra. Nadie está a salvo de este tipo de descuidos que normalmente no van más allá porque el receptor del email entiende perfectamente que es un error lógico al escribir rápido.

Eso sí, a veces el baile de letras juega una mala pasada y nos puede sacar los colores. Por ejemplo, cuando nos despedimos al final de los emails y, en lugar de escribir “Un saludo”, escribimos “Un salido”. La “i” está al lado de la “u” en el teclado y es fácil equivocarse, así que se trata de una metedura de pata más común de lo que podríamos pensar en un principio.

Las peores meteduras de pata por emails

La tercera clase de errores es la más peligrosa porque puede suponer el despido del trabajador. Si tu jefe te envía un correo criticándote a ti o a tu trabajo, evita la tentación de responder en caliente y escribir cosas que no debes porque tus palabras van a quedar reflejadas por escrito.

Hay otro caso muy poco común, pero del que fuimos testigos y que también hay que evitar. Un cliente escribió un email al proveedor en tono amable con algunos comentarios sobre cómo mejorar el servicio. El empleado que lo leyó, en tono de broma, simuló que contestaba el correo con la frase “Que te den por c… Un abrazo”, acercó el ratón del ordenador a la ventana de enviar y simuló que lo pulsaba delante de un compañero. Sólo que, sin querer, dio al botón y lo envió…

La broma se había convertido en pesadilla. Llamó enseguida al cliente, le pidió disculpas y se justificó diciendo que “era una broma interna”. Tuvo suerte. El cliente lo entendió, no dijo nada a la empresa y el empleado pudo continuar trabajando allí.