Una mujer, con gesto de preocupación en el trabajo (iStock)
Una de las lacras de nuestra vida laboral es la del estrés que se produce en el ámbito de nuestro trabajo. La presión a la que nos someten otros o a la que nos sometemos nosotros mismos para sacar adelante el trabajo a tiempo o para hacerlo perfectamente, o para llegar a unos objetivos marcados, producen ese estrés laboral de nefastas consecuencias no solo en nuestro trabajo sino también en el ámbito de lo privado.
El estrés genera una preocupación constante en el individuo que prácticamente le impide relajarse. Esa falta de capacidad para relajarse no se produce solo durante el día, también por la noche, impidiéndole conciliar el sueño (insomnio) o descansar correctamente. Y todos sabemos de la importancia de dormir y estar descansado. No hacerlo de manera sistemática acarrea graves problemas en nuestra vida diaria: irritabilidad, falta de concentración, menor productividad…
Padecer estrés laboral hace que prácticamente estés pensando todo el rato en el trabajo, dejando de lado otros ámbitos como el más íntimo, el de las relaciones de pareja. Eso provoca que haya una falta de apetito sexual y en un siguiente paso otro tipo de anomalías como la eyaculación precoz, la disfunción eréctil o frigidez.
Centrar toda la atención en el trabajo por culpa del estrés laboral supone desatender otras cuestiones como las relaciones familiares o con los amigos. Si eso llega a ocurrir, se producirá un claro deterioro de éstas: discusiones frecuentes, distanciamiento, etc. Son algunas de las consecuencias que pueden darse. Y no solo con familia y amigos, también con los propios compañeros de trabajo.
Muchos de los trabajadores que padecen estrés laboral se refugian en conductas perjudiciales para la salud: aumento de consumo de tabaco, de alcohol, malos hábitos de alimentación, falta de higiene, etc. Todo ello produce un deterioro de la salud. En último término, y en los casos más graves, el estrés laboral también puede acabar en un abuso de medicamentos e incluso de sustancias estupefacientes.
Otra de las causas de carácter psíquico que pueden darse con el estrés laboral es la depresión. Muchos de quienes lo padecen caen en un negativismo sistemático, en un pensamiento que les hace pensar que no son capaces de hacer algo, de alcanzar una meta, y de una apatía continua que desde luego no les hace vivir felices.
Hasta ahora hemos mencionado las secuelas psíquicas que se derivan de un estado de estrés laboral, pero también las hay físicas: alteraciones cardiovasculares (hipertensión, arritmias); problemas dermatológicos (alopecia); alteraciones musculares y óseas (contracturas, dolores, tics); problemas digestivos (diarreas, estreñimientos); alteraciones inmunológicas (mayor probabilidad a padecer infecciones).
Por último, y después de repasar las consecuencias personales y familiares de las personas que padecen estrés, hay que añadir una última que es la que se refiere al propio trabajo. Al final, la presión por sacar el trabajo adelante produce estrés y a su vez esto una mayor incapacidad para sacar el trabajo adelante. Todo se retroalimenta y al final es el pez que se muerde la cola. Esto se traduce en una falta de productividad que perjudica al trabajador y a la empresa.
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