Situaciones que solo entenderá quien ha sido becario (Canva)
Hay una fase laboral por la que muchos tenemos que pasar en nuestra vida y es la de ser becario. Un periodo que todos recordamos con sabor agridulce la mayoría de las veces pero que nos sirve para sentar la base de lo que somos en la actualidad o lo que seremos. Hay que saber valorarlo. Independientemente del sector del que vengamos, lo cierto es que hay determinadas situaciones que todos hemos vivido en este periodo. ¿Te suenan?
Durante los primeros días, semanas e incluso meses, no tendrás nombre en la empresa. Serás ‘el becario’, y aunque se dirijan a ti por tu nombre, cuando se refieran a ti ante terceros no será Juan, Pedro o Carolina… serás el becario o la becaria. Pero acabas acostumbrándote porque no lo hacen con ánimo de ofender ni mucho menos.
Además de no tener nombre, posiblemente tampoco tengas equipo (ordenador) ni el resto de elementos que tienen los no becarios, como tarjeta para pasar, correo electrónico… Así puedes pasarte unos días: ocupando el sitio de algún compañero e incluso mirando la vida pasar.
Admitámoslo, el becario o la becaria, en una oficina, llega como carne fresca (permítanme la licencia de utilizar esta expresión) y a su alrededor se arman valoraciones físicas y deseos inconfesables del resto de trabajadores. Posiblemente siendo becario se te habrá acercado alguien con más interés del meramente laboral y te habrán llegado rumores de pretendientes.
Otra de las situaciones que has debido vivir como becario o becaria es que tu jefe o alguno de tus compañeros, aprovechándose de su situación, se marque un discurso en el que tratará de convencerte de que tienes que trabajar mucho con muy pocos derechos si quieres llegar lejos.
El becario o la becaria, cuando llega y en los días posteriores, es objeto de cuestionarios continuos. Que si de dónde es, dónde vive, en qué universidad estudia… Eso en general, y luego llega el test ya más personal: si vive solo, si tiene pareja, desde cuándo, etc.
En muchas empresas, los trabajadores salen algún día de copas o de fiesta (también en las cenas de verano y de Navidad) y en ellas como becario juegas un papel fundamental ya que por el hecho de ser más joven ya te cuelgan el sambenito de fiestero (aunque no lo seas) y alrededor de esta etiqueta se construye tu papel en estos eventos y tu relación con los compañeros.
Seguro que te habrás encontrado compañeros que de manera despectiva te encarguen a ti el trabajo que tienen que hacer ellos y que no les gusta. Ese trabajo es normalmente el que menos se ve y el más ingrato, y ellos lo desprecian con un “que lo haga el becario”, y tú te tienes que callar.
Tal es el punto de desprecio que algunas empresas tienen con sus becarios que además de no pagarles, provocan que sus prácticas les supongan un gasto. Por ejemplo, aquellas que reparten cheques de comida a sus empleados pero se lo niegan a los becarios. ¿Te ha pasado? Encima de estar fastidiado y en ocasiones no cobrar, te niegan ese derecho y tienes que gastarte el dinero que no tienes en comida. ¿Qué les costará darte a ti también esos cheques? ¿Acaso tú no comes?
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