Si no sabes qué es el síndrome de Procusto, no te preocupes porque te lo explicamos. Además, estamos seguros de que alguno de tus compañeros de trabajo (puede que varios), ya sea de los actuales o de los anteriores, tiene los síntomas del síndrome de Procusto. Ya verás, ya…
En la mitología griega, Procusto era un posadero, hijo de Poseidón, que ofrecía alojamiento en su casa, a modo de posada, a todo aquel que lo necesitaba. Hasta aquí todo normal. Qué majo, Procusto, ¿verdad? Pues para nada. Lo que hacía Procusto era preparar una cama de hierro a sus huéspedes y, cuando estaban dormidos, atarlos a la cama como paso previo a sus atrocidades.
Si el invitado era más pequeño que la altura de la cama, Procusto empezaba a darle martillazos para intentar estirarlo. Y si el huésped era más alto, peor todavía porque Procusto se dedicaba a serrar las partes de su cuerpo que sobresalían de la cama, ya fueran las manos, los pies… o la cabeza. Eso hasta que llegó Teseo y le aplicó su propia medicina cortándole las partes de su cuerpo que sobresalían de la cama: los pies y la cabeza.
Puede que, a veces, hayamos tenido ganas de “matar” a nuestro compañero de trabajo por algo que ha hecho o dejado de hacer, pero siempre de forma figurada. Sin embargo, si aplicamos el síndrome de Procusto al trabajo, no significa que un compañero (o nosotros mismos) se líe a dar martillazos a los demás -sólo faltaría-, sino que no soporta que nadie sobresalga, ya sea consciente o inconscientemente.
¿A qué eso si te cuadra más con alguien que tienes o has tenido cerca en un trabajo? Alguien que quita méritos al trabajo de los demás y que se muestra intolerante con las ideas de los demás por el temor a sentirse inferior al otro. Seguro que, a poco que pienses, te salen varios nombres y varias caras.
El miedo, la inseguridad y la falta de confianza en sí mismos lleva a quien padece el síndrome de Procusto a querer desacreditar a los demás en cuanto tienen ocasión. En muchos casos, buscando la colaboración de los demás para hacer más fuerza contra la persona, en este caso trabajador o trabajadora, que destaca entre los demás por algún motivo.
Claro que también existe otra opción: que no tengas ningún compañero o compañera de trabajo que padezca el síndrome de Procusto, sino que esa persona seas tú. En ese caso, te convendría reflexionar para intentar cambiar esa actitud lo antes posible o pedir ayuda a un especialista para solucionar el problema.
Si ascienden a un compañero y a nosotros no, no significa que, necesariamente, tengamos el síndrome de Procusto. Pero si no se trata de algo puntual ni razonable y lo que queremos es perjudicar a toda costa a quien sobresale, lo más probable es que sí padezcamos el síndrome…
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